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UNA JOVEN PROMETEDORA
2021, DRAMA, USA, 115 minutos
D/ EMERALD FENELL
INT/ CAREY MULLIGAN (Cassie), BO BURNHAM (Ryan), ALLISON BRIE (Madison), LAVERNE COX (Gal)
Guion: Emerald Fenell. Música: Anthony Willis. Fotografía: Benjamin Kracun. Producción: Emerald Fenell
CALIFICACIÓN: 8, para dialogar
TEMAS: machismo, amistad, perdón, culpa
ARGUMENTO
Una treintañera, que trabaja como camarera, sale cada noche a seducir a hombres, simulando estar borracha, para desenmascarar cómo se consideran con derecho a abusar de cualquier mujer que dé muestras de debilidad.
COMENTARIO
Es una película extraña. En algunos momentos se percibe la influencia de la estética del David Lynch de Twin Peaks, en otros el fatalismo de David Cronenberg y explícitamente, en al menos dos momentos, hay referencias a “La noche del cazador”, película maravillosa pero extraña. |
El caso es que Cassie, camarera de día, por la noche simula estar borracha para tener el placer de vengarse de los hombres a los que acompaña y que, si en el primer momento parecían dispuestos a ayudarla, luego intentan propasarse. Es la forma que tiene Cassie de vengar un suceso del pasado que le costó la vida a esa amiga a la que hace referencia el título. Aunque la venganza se queda en el ámbito de lo privado y no va más allá del placer de ver a los hombres asustados, sólo provoca mayores frustraciones a esta mujer que se hundió con su amiga siete años antes. Se trata, por tanto, de denunciar el machismo que tiñe muchas de las costumbres de nuestro tiempo, como el mundo de la noche o de la universidad. Se ve normal que un tipo, que siempre tiene un alto concepto de sí mismo, intente aprovecharse de una chica porque está borracha o acepte tomar una copa con él, aunque ella exprese con claridad que no quiere ir más allá.
Cassie resulta ser una víctima colateral del suceso que terminó con la vida de su amiga, una joven brillante y vital, a la que la forzaron durante una fiesta universitaria. La fama de ligera y el hecho de ir bebida, favorecieron la defensa del violador, la complicidad del grupo y la comprensión de las autoridades universitarias.
La narración está teñida de ese fatalismo morboso tan propio del cine de Cronemberg. Como si en verdad nada tuviese remedio. Es cierto que uno de los personajes, el abogado que defendió al acusado de violar a la chica, está realmente arrepentido y vive una existencia desquiciada y torturada, pero es una excepción, porque para los demás es algo que, si no está olvidado, sí pertenece al ámbito de lo remoto y de una juventud en lo que parece que todo está permitido. Una página oscura que intentan olvidar. El abogado en realidad es el único que muestra signos de arrepentimiento y reconoce, por una parte, la exposición pública e impúdica con la que mucha gente se exhibe en las redes sociales y, por otra, lo fácil que es utilizar esos recursos para manipular a un jurado. No importa ni la verdad ni la justicia, ni la persona, sólo el salir airoso.
En cuanto a “La noche del cazador”, las referencias aparecen en dos ocasiones: cuando los padres de Cassie están viendo la película en la televisión y, en concreto, la secuencia del diálogo del malvado personaje de Robert Mitchum con Dios, en la que justifica sus acciones como una forma de purificar a gente pecadora. La segunda es cuando Cassei corre por un parque tras ver el vídeo de la fiesta en la que violaron a su amiga. No sé por qué, suena la canción de los niños cuando descienden en la barca por el río. Creo que “La noche del Cazador” habla de la pérdida de la inocencia, del paso de la infancia a la madurez y de la presencia del mal en lo cotidiano. Allí el viaje por el río, mientras se adivina la silueta del predicador en la lejanía, es el camino que los niños recorren dormidos hasta llegar a la luz. No termino de ver la relación.
Finalmente, las referencias a David Lynch se perciben en el tratamiento del color, en esos encuadres a ras de suelo en los que los personajes parecen no caber en el decorado o, al contrario, en contrapicados en los que el decorado se los come. Además, las secuencias familiares están llenas de silencios incómodos. Los padres resultan incómodos aunque estén sentados en un comedor de tonos claramente conservadores. Y tanto los tonos pastel de algunas de las secuencias combinados con el ambiente de los bares, nos remiten a los clichés establecidos en Twin Peaks.
Una buena película, con una estupenda interpretación de Carey Mulligan pero cuyo terrible desenlace, no logra ser mitigado por un final tan reconfortante como forzado.
Jesús Fco. Riaza |