VENTANA DE CINE

AD ASTRA

2019, CIENCIA FICCIÓN, USA, 124 minutos

Director: JAMES GRAY             
Interpretes: BRAD PITT (Roy McBride), TOMMY LEE JONES (Clifford McBride), DONALD SUTHERLAND (Comandante Pruitt), LIV TAYLER (Eve McBride), RUTT NEGGA (Helen)
James Gray y Ethan Gross. Música: Max Ritcher. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Producción: James Gray, Brad Pitt…

CALIFICACIÓN: 8, interesante
TEMAS: soledad, espacio, comunicación, vacío interior

ARGUMENTO

La Tierra está sufriendo, procedente de Neptuno, una serie de descargas electromagnéticas de alta intensidad que destruyen satélites e instalaciones eléctricas. La NASA sospecha que su origen está en una nave, enviada 20 años antes en búsqueda de vida extraterrestre al mando de Clifford McBride, un astronauta que se ha convertido en leyenda. Para tratar de eliminar esa fuente de energía que amenaza con colapsar la Tierra, deciden enviar a su hijo, un veterano astronauta.  


COMENTARIO

“Ad astra” significa hacia las estrellas. Y esa era la misión que está en el punto de partida de esta sugerente, pero nada complaciente, película. La susodicha misión tenía como finalidad captar signos, emisiones o cualquier otra señal de la existencia de vida extraterrestre en las estrellas. Los que se embarcaron en ella sabían que era un viaje sin retorno. Sin embargo, 20 años después aquélla misión vuelve a dar señales de vida y, es más, se recibe un mensaje del capitán, que parece haber pasado de héroe incontestable a villano que amenaza la seguridad mundial.
Es esta una película de soledades. De inmensas soledades. Y no es la más grave la del comandante estancado en los alrededores de Neptuno. Lo es la de Roy, su hijo, incapaz de superar la ausencia de su padre y que le bloquea toda relación afectiva. Es también la de Helen, jefa de la base establecida en Marte, donde ella ha nacido, y cuyos padres se embarcaron en aquella misión absurda. Todos los seres humanos que aparecen en la película dan la impresión de estar solos y tristes.
Si la misión “Ad astra” se demuestra inútil porque, como afirma Roy en un momento de lucidez, es absurdo querer comunicarse con lejanas civilizaciones cuando no somos capaces de comunicarnos entre nosotros, al menos para él será un camino de redención.
La película es oscura y la voz en off que expresa los pensamientos de Roy recuerda muchísimo a “El árbol de la vida”, pero sin el sentido transcendente de esta. Para hacerse una idea, se parece más a la serie “Marte” de National Geographic que a “Interstellar”, la obra maestra de Christopher Nollan.
Y una digresión final. En la película de la Luna a Marte se llega en tres días y a Neptuno en 79. La realidad es bien distinta: a Marte se tarda no menos de seis meses y a Neptuno más de diez años. El guionista tendría que haber introducido, aunque fuera de pasada, una información sobre cómo se viaja en la época en la que se sitúa la película y diferenciarlo de la primera misión.  

    

            Jesús Fco. Riaza