VENTANA DE CINE

 

LA LIBRERÍA

2017, DRAMA, ESPAÑA, 115 minutos

Director:   ISABEL COIXET
Intérpretes:   EMILY MORTIMER (Florence Green), PATRICIA CLARKSON (Violet Gamart), BILL NIGHY  (Mr. Brundish), JAMES LANCE (Milo North), HONOR KNEAFSEY (Christine) 

Guión: Isabel Coixet según el relato de la novela de Penéope Fitzgerald. Música: Alfonso Villalonga.  Fotografía: Jean Claude Larrieu. Producción: Coproducción España/Reino Unido

CALIFICACIÓN: 8, preciosa

ARGUMENTO

En los años cincuenta, Florence Green, una mujer viuda tras la muerte de su marido en la II Guerra Mundial, decide abrir una librería en una vieja casa de un pueblecito costero de Inglaterra. No contaba con la oposición de Violet Gamart, la terrateniente del pueblo, que había decidido dedicar esa casa a una indefinida galería de arte. El empeño de Florence para seguir adelante provoca que Violet use toda su influencia para arruinarle el negocio 

COMENTARIO

Al final de la película me viene a la memoria el dicho de Jesús de que los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz y la parábola del administrador injusto en la que Jesús concluye que ojalá los buenos fueran tan astutos para transmitir la bondad como lo son los malos para salirse con la suya.

Y es que la película de Isabel Coixet habla de una mujer buena, de gran coraje pero ingenua a la hora de enfrentarse al poder de Violet, una mujer orgullosa, artificial e implacable, acostumbrada a regir la vida de los que le rodean. Ella, débil y confiada, está rodeada en realidad de gente servil y dispuesta a plegarse al poderoso con entusiasmo. Sólo una niña y un anciano solitario serán sus aliados. Poco bagaje para quien puede hasta hacer aprobar una ley en el Parlamento.
A esa lucha desigual asiste el espectador sobrecogido por una puesta en escena sobria y elegante, que tiene un intenso aliento poético pero no se deja llevar por las convenciones del drama decimonónico, gracias a una sabia contención, que sólo tiene su mancha en la sobreactuada interpretación de James Lance.
La librería es, en el fondo, una metáfora de la libertad. Y seguramente, la propia directora se ha visto reflejada en Florence dada la inquina que ha suscitado en Cataluña su decidida actitud frente al secesionismo.  Cuando hacia el final la directora dedique, en un hallazgo genial, un primer plano a cada uno de los personajes que han intervenido en la trama, deja la sensación, por una parte, de que un profundo sentimiento de culpa se ha instalado en el pueblo como una losa que no será fácil de retirar y, por otra, de que no todo se ha perdido y de que la coherencia hace estragos en las personas oportunistas.   
Aunque drama, la película deja un agradable sabor de boca porque la semilla de Florence fructifica y porque, a quien le gusten los libros, se sentirá profundamente conmovido por su final.

            Jesús Riaza